Esther
Esther muerde su lengua
lo hace una y otra vez
como un tic
involuntario
como un ejercicio bucal.
Tiene la energía de una
hiena
hambrienta
por su propia sangre
tiene la determinación frenética
para
deshacerse de esa
parte colgante de su
cuerpo.
Esther
a propósito lastima
su lengua rosada
tornarla en una plasta roja
tornarla en una plasta roja
convertirla en una
masa amorfa
jugosa e inservible.
Ella muerde su lengua
con la esperanza
de volverla un trapo
viejo
un filete de res
una imagen fenomenal
que adorne los libros de
medicina
es decir
que sea todo
menos lengua.
Esther sigue masticando
no se cansa
insensata y hermosa
espera el chorro de
sangre
el alarido
el triunfo inevitable
de la locura
sobre la razón.
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